Cuando llega la medianoche, el Oyster Perpetual Day-Date crea un puente entre el pasado y el futuro, entre lo que se ha conseguido y lo que queda por vivir. Desde 1956 da testimonio de los grandes momentos de la historia en la muñeca de visionarios, virtuosos y pioneros. Aquellos que hacen de cada día una promesa para el futuro.
Cuando ve la luz en 1956, el Day-Date constituye una gran innovación al ser el primer reloj de pulsera con calendario que indica, como complemento de la fecha, el día de la semana con todas las letras en una ventana en forma de arco en la posición de las 12 h, una verdadera proeza técnica para la época. Fabricado exclusivamente en metal precioso —oro amarillo, blanco o Everose de 18 quilates o platino 950— junto con su emblemático brazalete President, sus múltiples esferas lo convierten en el lienzo perfecto para la expresión personal.
Aunque los días sean iguales en cualquier parte del mundo, se escriben de manera diferente según el idioma. El Day-Date expresa la identidad cultural de quien lo lleve usando la mayoría de los sistemas de escritura: latín, árabe, cirílico, hebreo, japonés, ideogramas chinos e incluso el alfasilabario ge’ez utilizado en el Cuerno de África. Disponible en 26 idiomas, es realmente un reloj internacional, universal y personal.
Cuando llega la medianoche, la fecha y el día cambian de forma simultánea en sus respectivas ventanas de la esfera. Esta proeza relojera, el «milagro de medianoche», se basa en un mecanismo de discos. Es fruto de numerosos años de investigación: de 1950 a 1955 Rolex registró cuatro patentes de relojes dotados con visualización del día y de la fecha.
En la actualidad, el Day-Date está equipado con el calibre 3255, un movimiento completamente desarrollado y manufacturado por Rolex para garantizar un rendimiento superlativo.